Por las noticias, en conversaciones o por algún medio, muchos de nosotros hemos oído hablar de los “humedales”, pero ¿realmente hemos tomado conciencia de la importancia que tienen estas zonas para nuestro ecosistema?
Los humedales son áreas que permanecen en condiciones de inundación o con suelo saturado con agua durante períodos considerables de tiempo. Si bien este término engloba una amplia variedad de ecosistemas, todos los humedales comparten una propiedad primordial: el agua es el elemento clave que define sus características físicas, vegetales, animales y sus relaciones. Los humedales conforman una parte fundamental del patrimonio natural. Son uno de los entornos más ricos del planeta donde se refugian miles de especies de animales y vegetales. La conservación de los humedales es vital para la supervivencia del ser humano ya que nos ayudan a modular las condiciones climáticas y el ciclo hidrológico. Las principales presiones sobre los humedales se relacionan con cambios en el uso del suelo (urbanización, deforestación, rellenos, etc.), alteraciones en la dinámica del agua (por extracción, intercepción, desvíos, etc.), extracciones (pesca, maderas, pasturas, etc.), contaminación (agrícola, industrial y doméstica), introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático. Algunos poseen una alta proporción de especies endémicas, es decir que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo. Los humedales; además de retener y almacenar agua disponible para consumo humano, producción y sostenimiento de la vida silvestre, desempeñan funciones críticas en la mitigación del calentamiento global. Por un lado, son importantes sumideros de carbono y, por ende, su destrucción libera gases de efecto invernadero, en tanto que su restauración y creación se traduce en la retención de más gases de efecto invernadero.
En general, se dividen en dos categorías: costeros o continentales. Los humedales costeros son una mezcla de agua dulce y salada, una combinación denominada agua salobre. Aquí, los humedales parecen marismas de hierba y bosques de manglares.
Perpetuamente en el limbo, los humedales son «zonas de transición» entre la tierra seca y el agua. Durante las inundaciones, absorben el exceso de agua de lluvia que, de otro modo, causaría inundaciones y daños en las viviendas. Media hectárea de humedal puede almacenar más de 3,7 millones de litros de agua de inundación. Este ecosistema recibe muchos nombres: ciénagas, pantanos, bayous, marismas, billabongs, turberas, estanques vernales, lagunas y bosques anegados. Si hay agua, dulce o salada, sobre el suelo o justo debajo de él, se trata de un humedal. Sabrás que estás en un humedal cuando las huellas de tus zapatos se vuelvan fangosas y húmedas.
Los humedales representan uno de los ecosistemas más variados y valiosos de la Tierra, indispensables para los seres humanos y la naturaleza por su valor intrínseco y por los beneficios y servicios que proporcionan. A pesar de que sólo cubren alrededor de 6% de la superficie terrestre, son el hábitat del 40% de todas las especies de plantas y animales.
En la Argentina, según un estudio liderado por la ecóloga Patricia Kandus, se estima que hay 600 mil kilómetros cuadrados de humedales, entre un 21 y 23% del territorio nacional, aunque se precisa contar con un mejor registro.
Entre las actividades humanas que provocan la pérdida de humedales, relevadas por la Convención de Ramsar, están el drenaje y relleno para usarlos para agricultura y construcción, la contaminación, la pesca excesiva y la sobreexplotación de recursos, las especies invasoras y el cambio climático.
Cada tipo de humedal tiene asociada una problemática propia. Por ejemplo, un estudio realizado por Quintana y colegas en el Delta del Paraná concluyó que, entre mediados de los años ‘90 y 2012, se perdió el 40% de los humedales en lo que se conoce como Bajo Delta por transformaciones drásticas a través de endicamientos y canalizaciones, sobre todo para utilizar estas áreas para uso productivo o urbanizaciones. Desde hace 10 años, se debaten en el Congreso proyectos de ley para proteger estos ecosistemas y regular sus usos. En marzo del 2022 se volvió a presentar una iniciativa consensuada por diversos sectores que había perdido estado parlamentario en 2021.
En 2 ocasiones, 2013 y 2016, proyectos de ley tuvieron media sanción del Senado pero se frenaron en la Cámara de Diputados.
En los últimos 2 años se presentaron 15 proyectos de ley de protección de humedales en el Congreso. Durante ese mismo año ambas cámaras impulsaron una serie de sesiones informativas públicas en las que participaron científicos, académicos y organizaciones socioambientales, así como el Consejo Federal de Ambiente (Cofema) y el Consejo Hídrico Federal, el sector productivo y los propios legisladores y sus asesores. Se conformó un grupo de trabajo y se logró un texto unificado y consensuado.
El 20 de noviembre de 2020, la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente Humano de Diputados -que preside el diputado Leonardo Grosso (Frente de Todos)- dio dictamen unificado al Proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para el Uso Racional y Sostenible de los Humedales, pero luego quedó “cajoneado” durante todo 2021 por las 3 comisiones que restaban analizarlo y aprobarlo para que bajara al recinto: Agricultura, Intereses Marítimos y Presupuesto. De esta forma, tras no ser incluido para ser tratado en sesiones extraordinarias en el Congreso, el proyecto perdió estado parlamentario. La iniciativa establecía, entre otras cosas, una definición de humedales precisa y basada en consenso científico, la incorporación de los humedales en los procesos de ordenamiento ambiental territorial previstos por la Ley General del Ambiente 25.675, la creación de un Inventario Nacional de Humedales, el uso racional y sostenible de los humedales, la creación de un Programa Nacional de Conservación de Humedales y un Fondo Nacional cuyo partida presupuestaria no podía ser inferior al 0,3% del presupuesto nacional. Pero, al mismo tiempo, el 1° de marzo último se volvió a presentar la Ley de Humedales que había logrado dictamen unificado en 2020 y perdió estado parlamentario en diciembre de 2021. “Después de semanas de mucho agite y movilización popular, les asignaron los giros a comisiones a la #LeyDeHumedales que re-presentamos junto a organizaciones y científicos en marzo de este año. El 3 y 4 de septiembre tenemos jornada nacional de lucha para que sea ley”, sostuvo Grosso.
El humo tapa todo. Tapa el cielo, el sol, los pulmones. Tapa la inacción de un Estado que hace años adeuda una ley para proteger uno de los ecosistemas más frágiles que tiene la Argentina. Los incendios en el Delta del Paraná ya no tienen época. No hay inviernos ni veranos. Todos los días los focos terminan con la vida que habita estos espacios, de los más valiosos del territorio.
Cuáles son los puntos destacados que las organizaciones sociales quieren que contenga la norma:
- Uso respetuoso: es necesario que las autoridades controlen las actividades antrópicas para proteger los humedales a través de evaluaciones de impacto ambiental. Para zonas ya degradadas proponemos una restauración sujeta a procesos participativos y estratégicos de planificación y ejecución.
- Fondo para humedales: proponemos redireccionar los incentivos que entrega el Estado a actividades perjudiciales hacia la promoción de acciones de conservación, uso ambientalmente respetuoso y restauración.
- Participación ciudadana: es necesario frenar el avasallamiento de derechos y los procesos de desposesión y migración forzada de las comunidades. Por eso, aspiramos a procesos de toma de decisiones con oportuna, amplia, efectiva e informada participación.
- Inventario: es importante registrar las zonas de humedales proponemos un proceso colaborativo con aportes de quienes habitan los humedales y demás actores de la sociedad civil.
Trabajemos juntos por una Ley que defienda los Humedales
«La vida florece en armonía con la naturaleza, por eso debemos ser sus guardianes y defensores incansables.»